4/09/2008

el kweyro cuenta su ruta al turquino

La montaña es un espejo, dijo uno de los miembros del Grupo Omni antes de subir. He comprobado que en el ascenso vas conociendo a los que te acompañan y te vas conociendo mejor a tí mismo. Otro poeta, Amilcar Feria, premio David del año pasado, me dijo que la montaña no se sube con las piernas sino con la voluntad. Yo tenía miedo de rajarme, fumador empedernido y curda como soy, temía quedarme sin aire. Subimos y tuve la bella experiencia de ver y filmar de cerca al Tocororo y a la Cartacuba, de comer frezas, de bañarme, por primera vez en mi vida, en un río limpio, recién nacido, con el fondo de chinas pelonas y repleto de peces raros y coloridos.

Cuando alcanzamos los mil metros sentimos el cambio de temperatura y la vegetación fue haciéndose bruta y extraña. El sendero atravesaba la loma y a cada lado florecían plantas que jamás había visto, helechos de mil especies, musgo de distintos colores, orquídeas y enredaderas llenas de flores.

La cima del Turquino puede parecer un lugar insulso, no hay allí otra cosa que un busto de Martí sobre un tumulto de piedras, al centro de un espacio chapeado torpemente. Desde allí no se puede ver la Sierra, todo está tupido por una vegetación áspera y espinosa. Hay muchas fresas por los alrededores, cosa que hizo las delicias de todos nosotros. Como era de esperar empezamos a descargar canciones y poemas, era 21 de Marzo, día mundial de la poesía. A los pies del maestro que por una idea, raramente luminosa, de cierta señora, es la figura más alta de Cuba (ya no solo poética, patriótica y simbólicamente, sino además en lo geográfico). Haber alcanzado la cima me dejó un sabor a meta lograda, un regocijo de estar más alto que nadie en Cuba. Estar en lo alto del Turquino es la certeza de que la patria entera está a tus pies con todo y mayoral.

Al descender una muchacha del grupo se torció los dos tobillos, el paso se hizo lento y nos cogió la noche. Era lo que faltaba. Pero todo lo que sucede conviene porque tuvimos la oportunidad de ver cosas maravillosas, como unas babositas de color verde fosforescente que habíamos visto cuando subíamos y que se volvían luminosas en la noche. Jamás creería que un día iba a dormir en la ladera del pico Cuba. Los del grupo Omni grabaron sonidos del monte para hacer un pequeño audio-visual, es fascinante lo que se escucha en la Sierra Maestra de noche. Yo quiero hacer un materialito también pero desde otra perspectiva y solo con intenciones de guardar el recuerdo. Es un paraíso el lugar aquel.

He visto con mis propios ojos la vida infrahumana del montuno. Hay unos tipos llamados "Camineros" que chapean el sendero descalzos, por 230 $ y sin atención de ninguna índole. No se atreven a protestar, de todos ellos, uno que se llama Palomino empezó a desahogarse conmigo sobre la mentira de que "la involución haya llegado a todos los rincones del país". Los pobres, tienen que viajar más de 80 Km. para comprar un pomo de aceite de cocinar. Terminamos donándoles abrigos, toallas, sábanas, crema dental y jabones.

En Santiago nos esperaban en Villa Trópico. Allí estuvimos por más de 12 días, Hicimos lecturas de poemas y noches de trova y poesía. El festival de la trova había terminado y no pudimos descargarle a las peñas, pero cada noche teníamos una fiesta en nuestras habitaciones del motelito. He conocido a una santiaguera lindísima que se me encarnó desde que llegué. Bienaventurado que soy, el cansancio no me dejó tomar las armas. La ninfa le descarga al tema de lo esotérico y lo cabalístico, imagínense ¡Que locura! Entonces, la historia quedó en flirteos y apretones furtivos. Santiago es una ciudad muy linda, pero hay un hambre que se nota en los rostros de la gente. En una ocasión le hablé a un tipo de lo bella que me parecía la ciudad, este arrugó el rostro y me dijo: "mire nague, con tanto hambre y tan poco money no importa ciudad bonita; dame la Habana sucia y derrumbada que allí, por lo menos, hay de donde sacar".

Todo esto empezó cuando la Casa de la Poesía convocó a celebrar el día mundial de la poesía en el pico Turquino. Salimos de la casita de Martí, fuimos en tren (cosa dura esa) hasta Santiago y llegamos a un campismo que se llama Río la Mula. Ya en santiago estuvimos en el mausoleo con los restos de Martí. Pero lo máximo de todo ha sido El Turquino. Los implicados en esto fueros unos cuantos poetas, varios trovadoras, ilustradores, el Grupo Omni, la redacción del Caimán Barbudo y de la revista Opus Habana, etc. Creo que pronto voy a repetir la experiencia en Santiago, sin loma pero...